Estuchería Vargas define su estrategia de compra en los mercados energéticos.

Estuchería Vargas con más de 90 años en los que han conocido multitud de circunstancias diferentes, unas mejores que otras, y que les han hecho como son. Siempre que se intentan definir, surge el título de “Cuarta Generación” y la pregunta de qué pensarían sus predecesores sobre lo que hacen.

Las circunstancias sociales, económicas, estéticas... han variado mucho durante todo este tiempo y han tenido que adaptarse a todas ellas, lo que ha conformado una forma de ser y de pensar propia.

En los años 30, eran las necesidades del transporte de vino las que cubrían con sus cajas. En muchos casos, sólo hacían las piezas de madera que luego eran clavadas en las propias bodegas. Tanto es así, que incluso estos embalajes se recuperaban después y volvían a las bodegas de las que habían salido. Esos eran tiempos en los que bastaba un buen trabajo y todo se fiaba a las características del producto: con pocas preocupaciones sobre el diseño, sólo había que asegurar la resistencia de los embalajes.

Desde entonces, todo ha cambiado y hoy el packaging ha evolucionado hacia un arte que aúna la protección de los productos para su distribución y venta, con el objetivo de atraer la atención de los clientes y ser la principal ventana de comunicación hacia el consumidor, aportando valor añadido a la imagen de marca, a la que debe imbuir de emociones y experiencias.

Estas son razones que impulsan su búsqueda de motivos diferenciales y sobre todo son básicas para mantener como base de su filosofía la calidad de cada una de las piezas que manufacturan.

Valores como sostenibilidad, artesanía, pasión por lo que hacen... son mantras de Vargas que incorporan en cada estuche. “Nosotros somos así y por ello nos sentimos unos jóvenes.... de NOVENTA AÑOS”.